Los Collingwood van de vacaciones a su acogedora casa del lago sin saber que unos peligrosos asesinos andan sueltos. La hija del matrimonio, junto con una amiga, terminan en manos de los delicuentes, que las violan y dan por muertas. Cuando la familia de la joven descube que ha pasado, los asesinos se convierten en víctimas de una brutal venganza.
Remake de la primera obra de Wes Craven, este intento de película propia del Splat Pack se queda en eso, en intento. Su director, Dennis Illiadis, no consigue alcanzar los niveles de salvajismo que una historia como esta puede ofrecer. A pesar de realizar un importante esfuerzo y de conseguir un par de escenas agobiantes, todo queda en un mero quiero y no puedo. La película que debería ser una nueva Las colinas tienen ojos, se transforma en un remake más del tipo Viernes 13.
Con todo, es conveniente destacar el esfuerzo a nivel interpretativo de Tony Goldwyn y Monica Potter, sin duda, lo mejor de la cinta. Aunque en un principio no parecen más que unos meros secundarios, terminan convirtiéndose en los amos de la película, eclipsando al resto de compañeros de casting, tarea, por otra parte, nada complicada. El malo de la función, Garret Dillahunt, no pasa de ser un asesino de tres al cuarto y en ningún momento el espectador le tiene verdadero terror. El resto de criminales que le acompañan son aún más irrisorios que él.
Técnicamente, la película guarda más de un paralelismo con Las colinas tiene ojos. Como ya he comentado, esta cinta debería ser una sucesora en cuanto a narrativa y estilo de la obra maestra de Alexandre Aja, pero por una u otra razón, nunca vemos esa violencia explícita tan brutal que hizo del remake de otra obra de Craven una maravilla. Aquí, a pesar de ver situaciones desagradables, sabemos que todo va a salir como debe salir, no se crea tensión, no existe el pánico.
Resulta curioso que el cine de Wes Craven se esté convirtiendo en fuente de inspiración para el cine actual y que casi todo el que se atreve con su material, salga victorioso. Eso también sucede en esta ocasión, aunque no de manera tan sobrada como lo hizo Aja. Al menos, Illiadis tiene la inteligencia suficiente para eliminar el humor de la obra original, inapropiado para este tipo de producciones.
En definitiva, es una verdadera lástima que la película no alcanze los niveles que debiera Si uno piensa en otras películas similares, esas que deben saciar nuestra sed de sangre y violencia, aliñadas con una sana pizca de terror, La última casa a la izquierda sale perdiendo. Sin embargo, si nuestras expectativas no son muy altas, disfrutaremos de una entretenida tarde de verano.
Nota: 5.