En un pequeño pueblo de los EEUU tiene lugar una violenta tormenta que deja destrozos y a los vecinos preocupados ante los posibles cortes de suministros. David Drayton irá con su hijo y su vecino al supermercado del pueblo, quedando encerrados allí cuando una extraña niebla se apodera del lugar y los vecinos huyen aterrorizados ante lo que oculta.
Frank Darabont vuelve con lo que mejor sabe hacer, adaptar historias de Stephen King. Si ya lo hizo de manera sublime con Cadena perpetua y La milla verde, ahora se atreve con una historia de terror clásico escrita por el llamado genio del terror. Y lo hace con una película de terror clásica, sin trucos absurdos y con un estilo muy de serie B. Con un presupuesto de risa, Darabont consigue crear escenas de verdadera tensión donde, como suele ocurrir en estas historias, el verdadero enemigo es el ser humano. Darabont crea un fresco de la sociedad rural norteamericana donde unos pocos son inteligentes y unos muchos se dejan llevar por el fanatismo y la tensión. Darabont recupera el espíritu del mejor John Carpenter para contar una interesante historia de monstruos con un único escenario, muy pocos recursos y la buena mano que lo caracteriza.
El papel principal está interpretado por Thomas Jane, que cuando tiene un buen guión entre manos o un director como Dios manda, cumple con su función. Lo acompañan Laurie Holden, Toby Jones y la siempre eficaz Marcia Gay Harden, con un papel de loca religiosa que hace a la perfección. El único pero que se puede achacar a los personajes es el creciente fanatismo religioso que se va apoderando de algunos de ellos, lo que al final termina por resultar estresante, aunque Darabont sabe darle el final que todos desean protagonizado por el personaje que todos desean.
Técnicamente, La niebla es una película de muy bajo presupuesto comparada con las grandes superproducciones de hoy en día. Ningún productor daba un dolar por un final como el que Darabont había escrito. Pero este buen hombre, en lugar de hecharse atrás, decidió que su final era perfecto y que si tenía que rodar la película con cuatro perras, así sería. Y eso se nota, sobre todo en los efectos especiales. Pero ese toque de bajo presupuesto es uno de los puntos fuerte de esta cinta, que recupera el sabor clásico del cine de monstruos y situaciones extremas que tanto gusta.
Y es el final, el INCREIBLE final, lo que cualquier espectador recordará el resto de su vida. Puede gustar o no, pero es uno de los finales más impactantes e inquietantes que se ha visto en años. Escenas como la del monstruo que ataca por detrás del super, la de la farmacia o la de la cuerda, están rodadas con excelente pulso, pero es el final lo que Darabont trabaja con más gana, donde quiere que el espectador quede atónito.
En definitiva, una buena película de terror. Situaciones extremas con protagonistas cotidianos, gore, aroma a serie B y un final impactante, son motivos suficientes para contemplar como Darabont se convierte en el único director capaz de sacar todo lo bueno de Stephen King (incluso la explicación del por qué de la niebla, siendo una tontada, nos la creemos).
Nota: 7.
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