Michael Clayton es un abogado atípico. Divorciado, adicto al juego, utilizado por sus compañeros...hasta que un buen dia, su amigo Arthur abandona un caso de fraudulencia corporativa que puede suponer el cierre de una gran corporación. Michael deberá decidir si es mejor ser fiel a las amistades o es preferible contar la verdad.
El debut en la dirección de Tony Gilroy cuenta con algunos aciertos y con algunos fallos. Gilroy empezó en esto del cine escribiendo guiones (suyo es el libreto de Pactar con el diablo) y el salto a la dirección ha sido arriesgado. Arriesgado por la historia que cuenta y arriesgado por el estilo narrativo que utiliza. Y es que el principal error del film es la extraña y equivoca estructura narrativa, que en muchas ocasiones nos pierde y no nos sabe volver a meter en la historia.
Pero como gran acierto, destaca la habilidad de Gilroy para dirigir a los actores. Las interpretaciones de Clooney, Swinton y Wilkinson son bastante sobresalientes, especialmente la de Clooney, que consigue momentos de verdadera maestría, como el inolvidable plano fijo final.
Técnicamente, Michael Clayton cuenta con un estilo muy depurado y eficaz, con un buen uso de la cámara y de los primeros planos. Y aunque no sea una película a destacar por su técnica cinematográfica, Gilroy consigue sacarse de la manga algunas secuencias bastante notables, especialmente los últimos 20 minutos, muy bien rodados y con la capacidad de crear una sensación de incomodidad e incertidumbre esencial para lo que se está viendo.
En definitiva, una película de abogados muy decente, esta vez desde la perspectiva del abogado gualtrapas y dejando de lado las concurridas salas de juicios norteamericanas. Sino fuera por su fallida estructura narrativa, estaríamos ante una gran película.
Nota: 7
Nota: 7
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