Benjamin Barker fue un joven barbero londinense injustamente encarcelado por el Juez Turpin con el único propósito de quedarse con su bella esposa. Muchos años después, Barker vuelve a la ciudad inglesa bajo el nombre de Sweeney Todd con una única idea, llevar a cabo su venganza.
Tim Burton está como una cabra. Johnny Depp, aún más. Esas son las conclusiones principales que se sacan tras ver este film. Aunque, dicho sea de paso, quizás el estrambótico argumento sea culpa del escritor de la obra teatral original Stephen Sondheim, pero como no la he visto, culparé sólo a Burton de demente...de demente genial. Y es que sólo Tim Burton podía llevar a cabo esta adaptación y sólo él era capaz de crear un musical tan espectacular como este. Porque, no os dejéis engañar, Sweeney Todd es un musical puro y duro, donde el diálogo hablado no ocupa más de 20 minutos. Y lo bueno es que las canciones son pegadizas y los actores saben cantar con mucho estilo. Además, se mantiene todo el metraje cantado en su versión original, con lo cual la cinta gana muchos puntos. Y si, además, le añadimos el festival de sangre que comienza bien avanzada la historia, tenemos una película, cuanto menos, atrayente y extravagante.
Pero sin duda alguna, el gran protagonista del film no es la música ni las toneladas de sangre, es el gran Johnny Depp. Como excelente alter ego de Burton, Depp nos regala una interpretación memorable, de esas que siempre se recuerdan como una de las esenciales dentro de cualquier filmografía. Y para acompañar a Depp tenemos al gran Alan Rickman, recuperando el tiempo perdido con la saga Harry Potter, y a Helena Bonham Carter, con su cara de mal rollo pero cantando de manera increible. Aunque, personalmente, fue el niño Ed Sanders quien llamó mi atención casi al mismo nivel que Depp y es que su forma de cantar y de interpretar son sobresalientes.
Técnicamente, Sweeney Todd es puro espectáculo. La dirección artística de Dante Ferreti es, como siempre, una gozada. Crea el perfecto ambiente para ese Londres oscuro y macabro que Burton quiere mostrar y se saca de la manga unos increibles callejones que harían dudar al más valiente. También la fotografía de Dariusz Wolski es tétrica y triste a más no poder, algo con lo que Burton trabaja a la perfección. Y, claro está, la banda sonora es muy notable, con ritmos verdaderamente pegadizos. Pero, si dejamos de lado todos estos aspectos, como espectadores nos quedaremos con un sólo detalle: la sangre. Litros y litros de sangre inundan Sweeney Todd, algo que seguramente le reste mucho público y lleve a más de un padre despistado a las salas pensando que va a ver una cosa que no es lo que un espectador medio (o mal informado) espera.
Y, aunque me suelen gustar las pelis de Burton, siempre hay que recordar que Burton es hombre de patrones fijos. Y quizás ese sea el principal error de la cinta, que siempre estamos viendo lo mismo y nos cuesta un poco creernos ciertos puntos del guión o el desarrollo de ciertos personajes.
En definitiva, una película interesante, con un Depp en plena forma y un sentido del espectáculo bastante notable. Si le añadimos el festival gore que ocupa medio metraje, el sentido del humor negro en exceso y algunos puntos extraños en el guión, nos encontramos con un film que gustará a muchos y disgustará a otros tantos. Desde luego, con esta cinta aprendemos dos valiosas cuestiones: nunca hay que dejarse afeitar por otro y nunca hay que fiarse del relleno de los pasteles (ya entenderéis por qué).
Nota: 7´5
Nota: 7´5
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