23 septiembre, 2009

Malditos Bastardos

En la Francia ocupada por los nazis, un grupo de soldados norteamericanos que se hacen llamar los bastardos están llevando a cabo un peligroso pero satisfactorio plan: matar nazis. Pero no serán los únicos. Shosanna, la única superviviente de una familia de judíos, pretende llevar a cabo su particular venganza y su relación con el popular soldado alemán Fredrick Zoller bien puede ayudarle.

Última película de Quentin Tarantino, destripada por un buen número de críticos de tres al cuarto, que no dieron la más mínima muestra de profesionalidad al contar el final de la película tras su pase por el Festival de cine de Cannes. Sea como fuere, al fin se estrena en España la última propuesta fílmica del realizador norteamericano, un intento de película bélica que termina siendo devorado por los incesantes diálogos y un par de escenas para recordar. Por desgracia, Malditos Bastardos dista mucho de parecerse a las grandes películas del loco director y, al menos en la humilde opinión del que suscribe, nos ofrece su peor largometraje hasta la fecha, dejando de lado la aburrida Death Proof. Quentin ha querido rodar una película tan grande que al final se ha visto desbordado, aunque es cierto que hay varios momentos dignos de mención, que salvan la película e, incluso, la posicionan como una propuesta notable.

Uno de esos grandes aciertos es el haber contado con un entregado conjunto de intérpretes europeos. Desde el premiado Christoph Waltz, que realizada una tremenda actuación en el papel del Coronel Landa, hasta Diane Kruger, que demuestra en su breve tiempo en pantalla de lo que es capaz. Curiosamente, es la gran estrella del plantel la más desubicada de todas. Brad Pitt se toma su papel a broma y lo notamos en cada fotograma. Lo mismo sucede con Eli Roth, al que esperamos no volver a ver en un filme por muy amiguete de Tarantino que sea. El resto del reparto, genial. Incluido Daniel Brühl, por mucho que algunos tachen su interpretación de "sosa".



Lógicamente, en una película del tarado Quentin lo que más llama la atención es su guión. En esta ocasión el director rellena minutos y minutos de metraje con palabras y diálogos, algunos memorables, pero que no alcanzan las cuotas de maestría vistas en otras obras del realizador. Malditos Bastardos es la menos "tarantiniana" de todas las películas de Tarantino e, incluso, por momentos no vemos ninguna de sus señas de identidad como son los planos secuencia o la violencia exagerada (que hay, pero menos de la esperada). Por supuesto, disfrutamos con algunos planos antológicos y un uso exquisito de la música, pero no llegamos a distinguir al genio de Kill Bill o Jackie Brown.

Quentin demuestra tener un conocimiento brutal sobre el cine germano rodado durante la 2ª Guerra Mundial. Hay infinidad de guiños cinéfilos, momentos salvajes, pero siempre nos quedamos con ganas de algo más. Tarantino ha tardado 10 años en rodar la película y uno espera que sea su gran obra maestra. Además, termina centrándose en otros aspectos e historia, olvidando a los bastardos, con unos personajes que, aún siendo notables, no son tan redondos como en otras ocasiones. Eso si, repito, hay grandes escenas, excelente banda sonora y buenísimas interpretaciones, pero al menos el que suscribe salió del cine con ganas de algo más.



En definitiva, una película que está gustando mucho al público pero que, no nos engañemos, no le llega ni a la suela de los zapatos a Reservoir Dogs o Pulp Fiction. El excesivo metraje y algunos diálogos alargadísimos (incluso para Tarantino) terminan pasando factura y hacen que pierda bastantes puntos. Con todo, una opción recomendable para cualquier cinéfilo que atisbará destellos de calidad en un director que esperamos vuelva a sus orígenes y se deje de tantas pajas cinematográficas. Es una película notable, pero de Quentin uno siempre espera el sobresaliente.

Nota: 7.

13 septiembre, 2009

Distrito 9

Johannesburgo, Sudáfrica. Hace 28 años que una nave extraterrestre llegó a la metrópolis y quedó aparente varada en el cielo. Tras diferentes estudios, los seres humanos decidimos que lo mejor era rescatar a las pobres criaturas y alojarlas en la Tierra, en un lugar conocido como el Distrito 9. El lugar no era más que un gueto marginal donde mantener a los "bichos" controlados y poder realizar experimentos de todo tipo con sus armas y su biotecnología. Pero, ahora, las cosas se pondrán feas cuando la MNU decida trasladar a los casi dos millones de Aliens a un nuevo Distrito.

Ha tardado, pero ha llegado. El debut en la dirección de Neill Blomkamp ya está en España y ha entrado por la puerta grande. Parece mentira que la mejor película del verano y, por qué no decirlo, del año, sea una cinta de ciencia ficción, con grandes momentos de acción pura y dura, donde no se han preocupado por el qué dirán y se ha centrado en un sólo objetivo: ofrecer espectáculo de calidad para mentes pensantes y, a la vez, al público masivo. Ahora descubrimos que la cancelación de la adaptación de Halo ha merecido la pena. Peter Jackson produce a su mejor alumno, un Blomkamp que, al igual que el director neozelandés en sus inicios, ofrece violencia salvaje, sátira y puro divertimento.

La película comienza como un documental, entrelazando declaraciones con algunas escenas de rutina burocrática. La crítica social está presente en esos primeros instantes y seguramente sea la parte que le he merecido mayores elogios. Paulatinamente, seremos testigos de algunos cambios, de como las cosas nunca salen bien cuando hay racismo (en este caso interespecies) e intolerancia en el ambiente. Los Aliens no son muy inteligentes aunque, teniendo en cuenta las armas y la tecnología que poseen, adivinamos que algunos tenían mentes privilegiadas. Uno de esos "bichos" será el que mayor protagonismo consiga, siempre acompañado por su hijo, en lo que resulta todo un acierto narrativo. Pero, el gran beneficiado de todo esto, además del propio director, es el actor Sharlto Copley. El interprete se ha ganado con una sola película el calificativo de estrella, llevando todo el peso de la producción, pasando de administrador imbécil a "badass motherfucker" capaz de hacer frente a una gran corporación.



Otro de los grandes aspectos que presenta District 9 es su trabajada presentación formal. Resulta un verdadero acierto que la historia acontezca en un lugar poco común, un lugar en el que ninguna superproducción de Hollywood se habría imaginado. Y es que, aunque no lo parezca, la película de Blomkamp ha costado 30 millones de dólares que, aun siendo una pasta, no deja de ser una presupuesto de cine independiente en el país de Obama. Y se han gastado cada maldito centavo de la mejor forma posible. Los efectos especiales resultan sencillos y humildes, lo que confiere mayor realismo. Además, el paraje y los acontecimientos durante el día no esconden a los Aliens que, siempre que es posible, aparecen en pantalla en todo su esplendor. Aquí volvemos al extraterrestre protagonista: Christopher. Para empezar, nos damos cuenta de la broma pesada que es ponerle un nombre humano a un "bicho" que, estoico, suporta todo tipo de maltratos para intentar volver a su hogar. Pero lo mejor de todo es que, aún siendo un personaje virtual, consigue emocionar en un par de escenas conmovedoras, muy bien planificadas dentro de la acción.

Porque, no nos engañemos, Distrito 9 termina siendo una película de acción a lo grande. Gracias a su limitado presupuesto, el director se permite mostrarnos cuerpos que explotan, miembros amputados y otras tantas barbaridades, al más puro estilo gore, que nos vuelve a recordar al Jackson de los comienzos. Los últimos minutos son, sencillamente, brutales. Aunque es verdad que se olvida de la crítica al ser humano y deja de lado su vertiente social, la película consigue entretener como ninguna otra obra lo ha hecho en el presente año. Aunque no es la gran película de ciencia ficción que todos anunciaban, es cuestión de tiempo que ocupe un puesto de privilegio dentro de ese elitista grupo de filmes admirados por los cinéfilos. No es una absoluta obra maestra pero es, sin duda, una de las mejores películas en lo que va de año. Digna de un sobresaliente. Y que eso lo consiga un primerizo otorga mucha satisfacción.



En definitiva, una producción atractiva, divertida, con toques de crítica social, mucha acción, un protagonista a la altura, alguna escena gamberra y un montón de puntos positivos que eclipsan a los negativos. Lo mejor del verano y, casi casi, del año.

Nota: 9.

30 agosto, 2009

Enemigos Públicos

EEUU vive sumida en la Gran Depresión de los años 30. Mientras la gente se busca la vida como puede, John Dillinger opta por el atraco a bancos, algo que se la da realmente bien. A su caza irá el agente Melvin Purvis. A la par que la policía se acerca al delincuente, el pueblo norteamericano comienza a tratarlo como a un auténtico héroe.

Nueva película de Michael Mann, el hombre que mejor rueda las escenas de tiroteos, que en esta ocasión opta por trasladar su particular estilo de cámara digital en mano a los años 30. El director, que había perdido el rumbo tras el rodaje de la aburrida Corrupción en Miami, recupera algo de ese virtuosismo que le ha valido el elogio de la crítica y el apoyo de cierto sector del público. Aunque todavía no podemos encontrar al Mann que nos deleitó con Heat, El último mohicano o Collateral, si adivinamos su intención de volver por sus derroteros, mezclando acción y drama a partes iguales.

En esta ocasión, el director ha contando con un trío protagonista muy interesante: Johnny Depp, Christian Bale y Marion Cotillard. Resulta toda una lastima comprobar como la frialdad del realizador se ha visto reflejada en pantalla en las interpretaciones de los actores, donde ninguno resalta sobre otro, a excepción de ciertas escenas puntuales. Con todo, el plantel al completo está bastante solvente, metidos en su papel, donde hasta el desaparecido Stephen Dorff tiene un par de momentos que hacen pensar en un posible renacer.



Pero, como no podía ser de otro modo viniendo de quien viene esta película, Enemigos Públicos tiene un acabado técnico muy notable. Michael Mann rueda en los escenarios reales donde aconteció la acción, todo muy bien ambientado, a pesar del uso de la cámara digital, que en ocasiones puede descolocarnos un poco. Los vehículos clásicos, las armas antiguas y el vestuario resultan totalmente acertados y un elemento más capaz de hacernos vivir esa triste época.

Además, como era de esperar, el director no se corta a la hora de ofrecernos tiroteos variados, todos ellos de gran factura y montaje perfecto. Mención especial al que acontece en un motel de carretera, en mitad de la noche, donde los efectos de sonido nos destrozan los oídos y nos hacen creer que estamos inmersos en la acción. Desde luego, el día que Mann vuelva a conseguir mezclar drama y acción como lo hizo antaño, volveremos a disfrutar de su cine. De momento, nos queda pasar un rato agradable, que nunca está de más.



En resumen, buenas escenas de acción, interpretaciones algo gélidas, notable ambientación y cámaras digitales para una película que podría haber sido una obra maestra y que se queda en notable. Cosa muy encomiable en los tiempos que corren.

Nota: 7.