04 septiembre, 2008

Hellboy II: el ejército dorado

El principe Nuada quiere el control del ejércio dorado para adueñarse del mundo mágico y de los humanos, rompiendo así una antigua tregua entre ambos mundos. La Agencia de Investigación Paranormal será la encargada de pararle los pies, con Hellboy, un diablo convertido en defensor de los hombres, como principal baza.

A Guillermo del Toro le han dado libertad absoluta. Y se nota mucho. El indiscutible éxito de El laberinto del fauno ha dado al director mexicano la oportunidad de mostrar toda su imaginería visual como nunca antes lo había hecho. Eso y, por supuesto, un presupuesto bastante amplio, consiguen que la fuerza visual de Hellboy II sea impresionante. Del Toro, con la ayuda de Mike Mignola, creador del cómic, ofrece al espectador todo aquello que no pudo ofrecer en la primera entrega del diablo rojo y, aunque en esta ocasión la acción tiene más importancia que el guión, el resultado es bastante aceptable. Como cinta de entretenimiento funciona a la perfección, sobre todo gracias a la increible labor y al empeño de todos los participantes de la película. Del Toro deja esta vez más lugar al espectáculo, aunque también consigue bueno momentos emotivos donde nos damos cuenta de quienes son los verdaderos monstruos.
Pero Hellboy no sería lo mismo sin la interpretación de Ron Perlman. El actor consigue deslumbrar otra vez bajo el maquillaje y nos da un personaje carismático y muy atrayente para el público, demostrando que es la elección perfecta y el único capaz de hacer este papel. Junto a Perlman tenemos a Doug Jones como Abe Sapiens, actor al que parece que nunca veremos en carne y hueso, Selma Blair en una actuación correcta y la excelente interpretación vocal de Seth MacFarlane como el nuevo fichaje, Johan Krauss. El único pero se encuentra en el malo de la función, un monstruito pálido y saltarín que no consigue convencer como enemigo de la función.



Técnicamente, Hellboy II es una gozada. Aunque cuando el ejército dorado hace su aparición en escena los efectos digitales se adueñan de la pantalla, antes hemos podido disfrutar de verdadera artesanía en la creación de decenas de monstruos, obra de un equipo de maquillaje en estado de gracia. Sólo al final a Del Toro se la va la mano con el ordenador y cuando lo usa anteriormente lo hace por necesidad, como en la escena del elemental, entretenida y muy bien rodada. La fotografía de Guillermo Navarro es competente como siempre y nos da la mezcla perfecta entre tonos claros y oscuros. Lastima que la banda sonora, sin ser mala, sea repetitiva y usada en exceso.
El punto fuerte de la función es el paseo por el mercado troll. En esa secuencia podemos apreciar con todo detalle la imaginación del director mexicano y la brutal labor de puesta en escena que tiene la cinta.



En definitva, una película de palomitas muy digna, superior a la media en cuanto a calidad se refiere, que no trata al espectador como un tonto y que ofrece entretenimiento y diversión a partes iguales. Puro cine de verano.

Nota: 7.