20 abril, 2009

Control

Inglaterra, años 70. Un joven llamado Ian Curtis asiste a un concierto de los Sex Pistols con su esposa. Allí conoce a un grupo que busca un vocalista. Es el nacimiento del mítico grupo Joy Division.

Estrenada con 2 años de retraso respecto a su fecha de producción, al fin llegó a España la aplaudida ópera prima del realizador Anton Corbijn, responsable de algunos videoclips de bandas tan importantes como Metallica, U2 o Depeche Mode. Y para su debut ha escogido la que posiblemente sea la historia más acertada para él, un biopic nada convencional sobre el jovencísimo Ian Curtis, lider de Joy División (nombre con el que los soldados nazis hacían referencia al lugar donde estaban las mujeres judias que usaban como esclavas sexuales). Corbijn se atreve a rodar su historia en blanco y negro, lo que dota aún de más fuerza al conjunto, creando uno de los retratos más acertados vistos de un artista en muchísimo tiempo. El director se deja de ñoñerías y nos muestra la profunda depresión en la que vivía Curtis, especialmente por haberse casado tan joven y haber sido padre, además de sus ataques epilépticos.
Excelentemente interpretada por todos los actores, hay que destacar que tanto Sam Riley como el resto de componentes ficticios de la mítica banda, interpretan realmente los temas en la película, lo que consigue dotar de una fuerza musical sobresaliente al conjunto. Junto a ellos encontramos a dos grandea actrices como son Samantha Morton, excepcional como esposa de Curtis y Alexandra Maria Lara, que sigue con su particular lucha para llegar a ser toda una roba planos.



En el plano técnico, destacar de manera evidente la excepcional banda sonora y, con méritos propios, la preciosa fotografía. Alguien dijo una vez que el blanco y negro es el color del cine, y servidor no puede estar más de acuerdo. El uso de esta fotografía, sin ningún tipo de color ajeno a los mencionados, dota a la historia de una fuerza narrativa perfecta, muy en armonía con la personalidad del propio Ian Curtis.
Y es que hablar de Control es hablar de la historia de la música británica en los años 70, cuando grupos como Sex Pistols presentaban su único y sobresaliente disco o David Bowie se convertía en el rey del glam. Todo ese aroma a perfeccion musical (esto, como todo, irá sobre gustos) queda muy bien reflejado en la película, sobre todo con la figura de Tony Wilson, presentador televisivo que aupaba a los grupos a la fama y que incluso firmaba con sangre los concratos si era necesario. Y Joy Division jugó un papel importantísimo en ese aspecto, aunque sólo realizara dos álbumes de estudio, debido al suicidio de Curtis con unos escasos 23 años.



En definitiva, sólo me queda recomendar Control a todos los amantes de la buena música y de las historias complicadas. Porque, por suerte, no todos disfrutamos con la radio fórmula y esta película es un regalo para todos nosotros.

Nota: 8.

16 abril, 2009

Déjame entrar

Oskar es un niño de 12 años. Tímido y maltratado por los matones de su clase, conocerá a una nueva y misteriosa vecina, Eli, justo cuando unos extraños acontecimientos y un sangriento asesinato tienen lugar en la ciudad.

Al fin se estrena en España la aplaudida película sueca que triunfó en el Festival de Sitges y en el de Tribeca. Precedida por su enorme éxito en todos los festivales donde se ha proyectado, además de en su propio país, las espectativas por ver la supuesta obra maestra del nuevo cine de terror europeo (ese que tiene en Aja, Bayona o Marshall a sus principales exponentes) eran altísimas. Y, después de su visionado, sólo puedo aplaudir. El director del film, Tomas Alfredson, regala al espectador una de las más conmovedoras historias de la década, uniendo con maestría elementos dramáticos y terroríficos, siempre al estilo europeo, es decir, dando prioridad a la historia y dejando de lado el espectáculo sin sentido. La impresionante calma y serenidad con la que está narrada la historia hacen del conjunto una experiencia tan satisfactoria como las interpretaciones de los jóvenes protagonistas. Tanto Kåre Hedebrant, Oskar, como Lina Leanderson, Eli, resultan plenamente convincentes, aguantando con maestría el peso de una trama que otros intérpretes infantiles hubieran estropeado. Su capacidad de adaptación al personaje es tan perfecta, que en todo momento nos sentimos cercanos a ellos, queremos vivir su aventura y saber que va a pasar. Parece difícil, pero esta historia de amor de niños de 12 años resulta más creíble y atrayente que cualquiera de las que últimamente llegan a nuestras pantallas. Acompañados por un notable elenco de actores suecos, los niños protagonistas consiguen que la película sea aún más interesante.



Técnicamente, Déjame entrar es todo un placer. La fotografía de Hoyte Van Hoytema es excelente y la banda sonora de Johan Söderqvist un autentico regalo para los sentidos. La narrativa relajada y sin manierismos absurdos que utiliza el director consigue crear una sensación poco habitual. La seriedad con la que se trata todo el tema (no he advertido de Spoilers, pero creo que el que vea esta película sabe muy bien de qué va la cosa) resulta encomiable y da miedo pensar que podría surgir en caso de un propable remake (tengo Crepúsculo en la cabeza...¡puaj!).
La historia pasa del más íntimo de los momentos a sangrientas escenas con una naturalidad pasmosa, demostrando que el cine sueco sabe hacer las cosas bien. Pero si algo destaca por encima de todo lo demás es la capacidad de la cinta para crear sentimientos en el espectador. Asistimos, boquiabiertos, a los acontecimientos que rodean a la joven pareja, deseando vivir la historia, queriendo compartir con ellos nuestras ideas. Me atrevo a decir que el cine de terror en general, y el de vampiros en particular, tiene mucho que aprender de esta impresionante película, que posiblemente pase desapercibida para muchos, pero que es desde ya una absoluta obra de culto.



En definitiva, una muestra ejemplar de lo que el cine de terror europeo puede ofrecer. Amor y violencia dadas de la mano en una historia tan interesante como brutal, con una última secuencia que, al menos servidor, tardaremos en olvidar.

Nota: 8,5.

11 abril, 2009

La clase

François comienza otro nuevo curso como profesor de francés en un instituto con alumnos complicados, dentro de un barrio periférico y conflictivo. Su métodos de enseñanza se basan en la palabra y la disciplina, algo complicado de usar con alumnos difíciles y que traerá algunos problemas al profesor.

Ganadora de la Palma de oro del último Festival de Cannes y estrenada en España en enero de este año, La clase se presenta como una estimulante propuesta del cine francés, capaz de enomorar a medio mundo con productos estilo Amelie y de crear debate y estimular la conciencia social, como es el caso que nos ocupa. Su director, Laurent Cantet, se aleja de los manierismos hollywoodienses para contarnos una historia sincera y sencilla, que muestra a las claras los problemas de un sistema educativo francés agobiado por los alumnos más complicados, aquellos que viven en los barrios obreros y proceden en su mayoría de familias inmigrantes. Algo que afecta no sólo al país vecino, sino a una buena parte de los países europes, lo que convierte su premisa argumental en clave imprescindible para el visionado de la cinta.
Por su parte, François Bégaudeau, autor del libro en el que se basa, protagoniza la película con bastante solvencia, convirtiéndose irremediablemente en el intérprete perfecto. El resto de actores, todos no profesionales, logran estar a la altura y dotan al conjunto de una credibilidad y realismo más que aceptables.



Visualmente hablando, La clase se centra en los rostros de sus protagonistas, prestando especial atención a los sentimientos y palabras que salen de sus labios, haciendo que todos los personajes aporten algo a la trama y se conviertan en necesarios para el desarrollo de la acción. Pero si algo destaca sobre todo lo demás, es la sencillez de la propuesta formal, que se complementa a la perfección con la propuesta del guión.
La oportunidad de debate que presenta el film se convierte en el punto más fuerte de una cinta que, si bien no es una maravilla, si que hace imprescindible su visionado, aunque sólo sea para ver y conocer un poco más los problemas del sistema educativo francés, posiblemente similares a los que presenta el español, del que es mejor no hablar.



En definitiva, una propuesta digna y necesaria, que tiene en su capacidad para crear debate social su principal baza.

Nota: 7.

02 abril, 2009

Frozen river (Río helado)

Ray Eddy vive con sus hijos cerca de la frontera de Canadá y está a punto de comprar la casa que siempre ha soñado para su familia. Pero su marido se larga con todo el dinero para gastárselo en apuestas y deja a Ray sin nada con que pagar a los del alquiler. Buscándolo, conoce a Lila, una mohawk con la que terminará trabajando para conseguir dinero facil. Pasar inmigrantes por el helado río de Saint Lawrence.

Precedidad por su enorme éxito en el festival de Sundance y de alzarse con dos nominaciones al Oscar a mejor actriz (para Leo) y mejor guión, Frozen river llegó a las carteleras españolas en enero, algo de lo que ni siquiera había tenido noticia. El cine norteamericano independiente lo es tal, que cuando llegan buenas películas los espectadores ni se enteran. El caso es que la película de la directora debutante Courtney Hunt venía presentada como la nueva maravilla del indie usa y podría decirse que si y que no. Si, porque es una película perfecta en cuanto a interpretaciones y su dirección es muy notable y acertada. No, porque no llega a ser esa gran obra maestra que muchos anunciaban. La labor como guionista y directora de Hunt es encomiable, más aún teniendo en cuenta que es primeriza. Se suma, así, al grupo de realizadoras destinadas a demostrar que las mujeres tienen mucho más que decir en el cine norteamericano, con Sofia Coppola a la cabeza.
Pero si hay algo que destaca con luz propia en esta modesta producción es la interpretación de Melissa Leo. La actriz, desconocida para el gran público, aunque rostro habitual en algunas series de televisión y mujer de Benicio del Toro en 21 gramos, logra una actuación perfecta, convirtiéndose en la actriz ideal para el persanaje de Ray. La acompañan, notablemente, Misty Upham y Charlie McDermott, además de dejarse ver el siempre reconocible Mark Boone Junior, habitual del cine independiente.



Aunque Frozen river no llegue a ser la obra maestra que se anunciaba, si que se convierte en una película muy recomedable e interesante, ya que junto con lo anteriormente mencionado cabe destacar el buen libreto escrito por Hunt. Las situaciones por las que pasan las dos mujeres protagonistas se convierten en el elemento conductor de la historia, dejando de lado artificios o trucos fáciles, dando al conjunto una sensación de humildad que se da con poca frecuencia en el cine usamericano.
La descripción de los paisajes helados y el uso que su directora y guionista hace de ellos para incluirlos como un elemento más de la historia hacen que sintamos lo mismo que cualquier ciudadano de la zona. Casas aisladas, prefabricadas, remolques y tuberías que se congelan dan un detalle al contexto muy de agradecer. Incluso, se deja entrever el miedo permanente de los estadounidenses hacia la población musulmana, dando pie a la secuencia más dura de la película.



En definitiva, recomendar Frozen river a cualquiera que busque cine original y de calidad independiente. No es la mejor película del año, pero al menos nos recuerda que todavía hoy se puede hacer mucho con muy poco.

Nota: 7.