26 marzo, 2009

The visitor

El profesor Walter Vale viaja a Nueva York para dar una conferencia. Allí conocerá a Tarek y Zainab, una pareja de inmigrantes que viven, sin saberlo, en un piso del profesor que apenas visita y con los que terminará conviviendo.

Rodada en 2007 y estrenada aquí gracias, en buena parte, a la nominación al Oscar de Richard Jenkins, la nueva película del realizador Thomas McCarthy nos ofrece una historia sencilla, llena de humanidad y con un interesante trasfondo político que se deja sentir especialmente en sus últimos minutos. Y es que, si algo caracteriza a esta película, es su sencillez y modestia formal. Todo se reduce a unos actores en estado de gracia y a un guión lleno de detalles (del mismo McCarthy), muy bien escrito y presentado. El director sabe aprovechar al máximo los recursos de los que dispone y nos regala una dirección de actores sobresaliente y en un notable conjunto donde la sonrisa y el drama se dan la mano.
Y es que, si hay algo que destaca sobre todo lo demás, eso son las grandes interpretaciones del grupo actoral. Richard Jenkins, más conocido por su labor televisiva y de secundario, borda un personaje que desde el primer fotograma cae bien al espectador y que en ningún momento deja de interesar. Pero junto a un sobresaliente Jenkins encontramos a los jóvenes Haaz Sleiman y Danai Jekesai Gurira, que interpretan a la pareja inmigrante y que en todo momento resultan creíbles y componen una pareja bastante interesante. Pero es la actriz Hiam Abbas quien supone toda una sorpresa, por la naturalidad de su interpretación y lo interesante de su personaje.



Junto con todo lo anterior, The visitor se convierte en una película de recomendable visionado por su discurso político. Aunque no se le llega a dar la importancia que quizás le hubiera dado otro realizador, McCarthy nos habla con su historia de las paranoias del sistema norteamericano tras los atentados del 11-S. El peligro que supone el ser, simplemente, un extranjero para cualquier visitante del país. Además, también se deja entrever una interesante crítica al sistema burocrático y, especialmente, a sus funcionarios.
Con su última película, el director de Nueva Jersey (al que, por cierto, hemos visto en bastantes películas como actor) ofrece una buena historia, sencillamente rodada, con una buenísima labor por parte de sus intérpretes y todo bien aliñado con una banda sonora muy pegadiza. The visitor, se podría decir, es una de esas película que, tras su visionado, dejan un excelente sabor de boca.


En definitiva, una recomendable propuesta cinematográfica, sencilla, humilde y bastante inteligente.

Nota: 7,5.

19 marzo, 2009

A ciegas

Una epidemia de ceguera sacude a una gran urbe sin nombre. Todos sus ciudadanos pierden la capacidad de ver y son acinados en cuarentena en diferentes barracones. Pero entre todos ellos hay una mujer que aún es capaz de ver y que deberá soportar el peso de ayudar a su marido y amigos, además de observar las bajezas y miserias del ser humano.

Nueva película del director brasileño Fernando Meirelles, tras las muy notables Ciudad de Dios y El jardinero fiel. Lo cierto es que, como hago siempre, tras ver la película leo varias críticas y cual fue mi sorpresa al comprobar que la mayoría eran negativas o poco alagadoras. Y todas coincidían en lo mismo. Lo mucho que la película se aleja de la fuente original de la que bebe, el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Pero yo, inculto en estas cosas, no he leído la novela original y, posiblemente por eso, disfrute la película mejor que otros. Por supuesto que es la película más floja del director, pero es innegable que tiene momentos muy buenos y que es bastante entretenida. Como película funciona perfectamente y nos muestra lo miserables que pueden llegar a ser las personas. Tiene todos los tics de su director en cuanto a planificación y uso de técnicas de iluminación o fotográficas, olvidando esta vez los saltos narrativos a los que nos tiene acostumbrados. Y todo ello se asienta en una buena labor de actores.
Desde Mark Ruffalo hasta Alice Braga, pasando por Danny Glover, el elenco actoral está muy bien dirigido, aunque es cierto que los personajes no llegan a estar a la altura de los intérpretes, concretamente ese Rey al que interpreta García Bernal. Pero si hay que aplaudir a alguien y señalarla como lo mejor de la película, ella es sin duda Julianne Moore. Esta actriz vuelve a demostrar que es una de las más solventes y eficaces, además de una de las más olvidadas en materia de premios (cuatro nominaciones al Oscar, todas de vacío).



En el plano técnico, A ciegas se parece mucho a sus hermanas mayores. Si hay un director fácil de identificar por la narrativa que utiliza o por sus planos y montajes, ese es Fernando Meirelles. En esta ocasión y gracias a la fotografía de César Charlone, el film se sustenta en el uso de fuerte blancos, ocasionalmente contrastados con largos planos en negro, pero consigue transmitir en cierta medida ese sensación de ceguera que ataca a los protagonistas. Y, como ya he mencionado, esta vez la historia se nos narra de manera lineal, algo que quizás sea mejor para la historia pero que resulta extraño en alguien como Meirelles. Sólo la voz en off resulta verdaderamente molesta, aunque para suerte del espectador sólo se escucha en brevísimos momentos.
Y, volviendo a la novela original, es cierto que la película no termina de ser el gran estudio sobre la condición humana que dicen que es el texto de Saramago, pero eso no impide que sea una película disfrutable, a pesar de algunos pasajes desagradables de ver, algo que en el libro ocupa aún más espacio y que no por ello deja de ser necesario. Hay que entender A ciegas como un antojo de su director, que sólo quería adaptar un texto interesantísimo de un escritor al que admira, además de una nuevo paso en su carrera como director, siempre trabajando en nuevos géneros.



En definitiva, una película con muy buenos momentos, que mezcla luces y sombras (lo que seguramente volverá locos a muchos) y que tiene en Julianne Moore una razón de peso para su visionado.

Nota: 7.

15 marzo, 2009

Watchmen

EEUU, años 80. Norteamerica ha salido victoriosa de la guerra de Vietnam y Richard Nixon ha sido reelegido presidente del país tres veces consecutivas. Pero la Guerra Fría con la Unión Soviética amenaza con la destrucción de la humanidad si alguna de las superpotencias se decide a lanzar la bomba atómica. Mientras tanto, un justiciero enmascardo, El comediante, es asesinado misteriosamente, lo que provocará que Rorschach, el último Vigilante en activo, comience una ardua investigación para solucionar el misterio.

Se ha hablado muy mucho de la última película del director Zack Snyder. Primero, por ser la adaptación de la novela gráfica más elogiada de todos los tiempos, obra del guionista Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons. Segundo, por la valentía demostrada por todos los participantes del film, conscientes del alto nivel de exigencia que debían satisfacer. Y tercero, por la enorme dificultad de adaptar a la gran pantalla una historia densa, complicada y adulta. Y lo cierto es que sólo cabe aplaudir a Snyder por su gran empeño, por su capacidad para crear verdadero espectáculo visual. Pero el bueno de Zack comete los mismos errores que ya tuvo con su anterior película comiquera, 300, copiar viñeta a viñeta un tomo de más de 400 páginas, muchas de las cuales son divagaciones en off de los protagonistas. Y eso funciona en la novela gráfica a la perfección, pero no lo hace en la película. Escuchar los pensamientos del Dr. Manhattan se hace tremendamente aburrido en la película, aunque ésto funcionase muy bien en las viñetas. A pesar de estos problemas, más de los guionistas que del propio director, Snyder sabe ofrecer imágenes con gancho y su labor con los actores sigue siendo destacable.
Como ya sucedía en el cómic original, el mejor personaje es Rorschach, aquí interpretado por Jackie Earle Haley, que demuestra su gran valía como actor en los pocos minutos que aparece con la cara al descubierto. No he tenido la ocasión de ver la película en versión original, pero todo indica que su interpretación vocal es sobresaliente. Junto a él, un fabuloso Jeffrey Dean Morgan, perfecto en la piel del Comediante. Mención especial para Patrick Wilson, que aprovecha los mejores momentos de su personaje, Búho Nocturno II, para demostrar de lo que es capaz. Quizás los más flojuchos sean Matthew Goode y Malin Akerman, que con todo cumplen con su parte. Mención especial para Carla Gugino, bastante mal maquillada (con lo impresionante que es esta mujer) y Billy Crudup, que se pasa la mayor parte del metraje digitalizado y enseñando el primer pene azul de la historia del cine.



En el apartado técnico, sólo se puede reprochar un aspecto. El maquillaje. Especialmente en el personaje de Espectro de Seda y en algunas ocasiones en Richard Nixon, ambos demasiado caracterizados. El caso de Espectro de Seda es verdaderamente preocupante, ya que lo más efectivo hubiera sido contratar a una actriz con 67 años reales, y no a Gugino, que no llega a los 40. Por todo lo demás, la película es una producción más que decente. Tiene buenos efectos especiales, buenas escenas de acción, notable fotografía y mejor banda sonora. De esto último se ha hablado bastante, sobre todo el "momento polvete" con el Hallelujah de Leonard Cohen. Y francamente, no queda tan mal. Es peor el funeral del Comediante con el Sound of silence de fondo. Pero, a pesar de que en ocasiones la música no encaje perfectamente con las imágenes, la selección musical es extraordinaria. Mención aparte para la partitura de Tyler Bates, que lleva trabajando con Snyder desde el principio y siempre lo hace muy bien, y para la sobresaliente labor de vestuario y dirección artística.
En resumidas cuentas, se podría decir que Watchmen es una película que merece ser vista, sólo por premiar el esfuerzo realizado por todo el equipo. Tiene momentos muy lentos, tediosos y hasta desesperantes, pero lo compensa con otros momentos más inspirados, como los de la cárcel y los magníficos titulos de crédito. Snyder ha querido ser tan fiel que no ha sido capaz de añadir nada de su cosecha. Sólo cambia mínimamente el final, algo bastante comprensible y que en absoluto rompe la idea del original. Si Alan Moore viera la película, no podría echarle en cara a sus responsables que no hayan sido fieles a su obra. Otra cosa es que el lenguaje del cómic sirva, tal cual, para el lenguaje del cine. Sólo cabe desear que Snyder sea capaz algún día de ofrecernos otra película como Amanecer de los muertos, donde todo conjugaba a la perfección.



En definitiva, una película que no puede defraudar a los fans más acérrimos pero que puede aburrir mucho al espectador que desconoce de donda sale la idea. Como léctor del cómic puedo decir que lo que en dibujos quedaba muy bien, voces en off incluidas, aquí termina siendo tedioso, aunque muy bien aliñado por una impresionante factura visual.

Nota: 6.

05 marzo, 2009

Gran Torino

Walt Kowalski es veterano de la guerra de Corea, acaba de enviudar, es anticuado, racista, agrio y con muy malas pulgas. No comprende a sus hijos, detesta a sus nietos y, para colmo, el barrio en el que reside se está llenando de asiáticos. Sólo hay una cosa que Walt quiera en el mundo, su Ford Gran Torino de 1972.

Nueva película del gran Clint Eastwood, rodada con apenas margen de maniobra tras El intercambio. Este genio, al que muchos consideran un Dios del cine, lleva unos últimos años bastante enrachado, encadenando buena película tras buena película y, aunque en esta ocasión no llege al nivel de, por ejemplo, Million Dollar Baby, si que consigue regalarnos el que posiblemente sea su mejor personaje. Eastwood es considerado por muchos críticos y cinéfilos como el último exponente vivo del cine clásido de Hollywood. Y lo cierto es que se puede considerar así, tanto por su estilo fílmico como por su conocida manera de rodar. El propio
Eastwood aseguró que este sería su último papel delante de las cámaras y, si esto llegara a cumplirse, sería toda una gozada.
Clint nos regala una de sus mejores interpretaciones, sino la mejor, de toda su carrera, con un personaje hecho a su medida. Eastwood nunca ha sido considerado un excelente actor, seguramente por su hieratismo y seriedad, pero pocos intérpretes tiene el carisma y el gancho que este genial maestro. Su voz (en versión original, por supuesto) sola consigue acojonar al más valiente y el hecho de que tenga 78 añazos no impide que su presencia llene toda la pantalla. Junto a él podemos ver a un grupo desconocido de actores asiáticos, donde destacan los jóvenes Bee Vang y Ahney Her. Además, y siendo el único rostro reconocible del reparto, un estupendo John Carroll Lynch que, junto con Clint y Bee, realizan la mejor escena de toda la película, una divertidisima secuencia en la barbería.



Y es que, por raro que parezca, Eastwood nos ofrece algunas escenas llenas de humor. No un humor tonto o simple, sino unos momentos cargados de ritmo, de vida, que hacen inevitable la sonrisa. A pesar de todo esto, nos encontramos con un drama y, visto en comparación con sus anteriores obras, esta es una película menor. Menor porque a pesar de la encomiable labor de su director, la película no termina de ser lo profunda que uno espera, además de tener un final excesivamente previsible, algo que como espectadores no deseamos. El posible análisis que de la sociedad contemporánea usamericana hubiera podido hacer Eastwood se queda en algo superfluo, aunque no por ello aburrido.
Las casi dos horas de duración se pasan voladas y no hay lugar para el tedio. El montaje es tremendamente sencillo pero efectivo, la banda sonora mínima y bien pensada. Como ya sabreis, Eastwood hace sus propias músicas y, en esta ocasión, se atreve incluso a cantar el tema principal de la película que, como no podía ser de otra manera se titula Gran Torino.



En definitiva, una película que es y será considerada menor (me encanta usar estos términos de crítico listillo) dentro de la filmografía de este maestro, de este genio del cine, de este caballero llamado Clint Eastwood, no tan profunda como anteriores trabajos suyos, pero con un personaje principal tan desagradable en sus formas como entrañable en su fondo.

Nota: 8.

01 marzo, 2009

En el nombre del rey

Granjero, que así se llama el protagonista, es un humilde agricultor que vive en el reino de Ehb. Un día, los Krug invadirán sus tierras y se verá obligado a enfrentarse a los malvados invasores, muy bien acompañado por el Rey y su ejercito. En resumen, El señor de los anillos visto desde el particular prisma del genio Uwe Boll.

El proyecto número 200 millones del director alemán Uwe Boll llegó el pasado viernes 27 a nuestras carteleras, con más de un año de retraso. Pero eso no importa mucho ya que el resultado final es el mismo. Basura a montones. El genio alemán, el Ed Wood del siglo XXI, sigue dispu
esto a forjar una leyenda en torno a su nombre a base de dirigir truños enormes, sin ápice de calidad. Y habrá quien se pregunte, entonces ¿para que ves una peli suya? La respuesta es sencilla: House of the dead. Este artista visionario es el responsable de la película mas descojonante que he tenido oportunidad de ver. Sólo por eso, cada nueva obra maestra suya merece un visionado. Y en esta ocasión el talentoso director se atreve con su versión del cine épico, del cine de grandes batallas y efectos especiales. Y resulta llamativo que este admirable artesano sea capaz de planificar bien las secuencias. El tío es más o menos solvente en ese aspecto, pero por alguna extraña razón sus películas terminan siendo grandes comedias inesperadas.
En esta ocasión y de nuevo rodeado de misterio, Her direktor ha conseguido un reparto llamativo, encabezado por Jason Statham, Burt Reynolds y Ron Perlman. Statham, que ya debería saber que es el próximo Bruce Willis y actuar en consecuencia, se dedica a poner cara de circunstancia, a trabajar como un obrero para ganarse el sueldo. El resto de actores están... pues eso, que están, para
cobrar la nómina y luego marcharse a casa. Pero hay dos señores que merecen mi más enorme respeto. Matthew Lillard y Ray Liotta. Sobre el primero sólo puedo destacar su impresionante capacidad para hacer el imbécil en cada fotograma, con una colección de caretos digna de un teleñeco. Sobre Liotta, sólo cabe la inclinación de obediencia. Un hombre que saltó a la fama gracias a Scorsese (Dios, el bueno de Marty y Boll en un mismo texto) y que después sólo ha sido capaz de rodar mierda, en sus diferentes versiones. Ojalá Joe Carnahan vuelva a sacar lo mejor de él algún día.



Técnicamente, En el nombre del rey es cacota fina. Tiene unos efectos especiales pobres y extremadamente cantosos, una fotografía sencillísima y carente de cualquier indicio de espectacularidad. Pero el premio gordo se lo lleva la banda sonora que ocupa TODO EL MALDITO METRAJE. No hay ni un segundo sin música, lo que provocará suicidios en masa en cualquier cine que se proyecte (yo la vi en casa, para evitar sobresaltos). Con todo, si me gustaría repetir que Boll tiene la idea en su cabeza. Es decir, sabe rodar. Sabe planificar las escenas, pero falla en todo lo demás. Es incapaz de sacar algo bueno de sus actores, convierte un guión pésimo en tonteria suprema (ojo al diálogo que abre la historia: "Sabía que ibas a venir" "Claro, te lo había dicho"). Siempre me he preguntado que pasaría si Uwe Boll, la encarnación del mesías fílmico, contara con un presupuesto amplio. Si este hombre tuviera 100 millones de dólares es posible que hiciese hasta taquilla. Aunque, por desgracia, su nombre ya está asociado a lo más bajo, a la serie B pura y dura, al cine cómico que en realidad no lo es.
Lo cierto es que, siendo francos, esta es la mejor película de Uwe Boll. Es lo más parecido a algo decente de todo lo que he visto que lleva su firma. Si uno repasa su filmografía se dará cuenta de que Boll sólo es capaz de rodar "adaptaciones" de videojuegos, lo que repercute negativamente en la imagen que del sector se tiene en Hollywood y en las mentes más simplistas. Con todo, Boll consigue su particular obra maestra, sólo por debajo de House of the dead, posiblemente el mejor exponente de lo qu
e el cine de serie Z es capaz de conseguir sin pretenderlo: crear un mito se mire por donde se mire.



En definitiva, la película más grande del maestro alemán. Un coñazo aburrido y alargado, si, pero con algunos detalles sólo al alcance de los más grandes. Ah, se me olvidaba, salen ninjas. Todos mugrientos y en una especie de época medieval, pero salen ninjas. Y los ninjas siempre son bien recibidos, como Kristanna Loken.

Nota: 3.