
El debut en la dirección de Tony Gilroy cuenta con algunos aciertos y con algunos fallos. Gilroy empezó en esto del cine escribiendo guiones (suyo es el libreto de Pactar con el diablo) y el salto a la dirección ha sido arriesgado. Arriesgado por la historia que cuenta y arriesgado por el estilo narrativo que utiliza. Y es que el principal error del film es la extraña y equivoca estructura narrativa, que en muchas ocasiones nos pierde y no nos sabe volver a meter en la historia.
Pero como gran acierto, destaca la habilidad de Gilroy para dirigir a los actores. Las interpretaciones de Clooney, Swinton y Wilkinson son bastante sobresalientes, especialmente la de Clooney, que consigue momentos de verdadera maestría, como el inolvidable plano fijo final.
Técnicamente, Michael Clayton cuenta con un estilo muy depurado y eficaz, con un buen uso de la cámara y de los primeros planos. Y aunque no sea una película a destacar por su técnica cinematográfica, Gilroy consigue sacarse de la manga algunas secuencias bastante notables, especialmente los últimos 20 minutos, muy bien rodados y con la capacidad de crear una sensación de incomodidad e incertidumbre esencial para lo que se está viendo.
En definitiva, una película de abogados muy decente, esta vez desde la perspectiva del abogado gualtrapas y dejando de lado las concurridas salas de juicios norteamericanas. Sino fuera por su fallida estructura narrativa, estaríamos ante una gran película.
Nota: 7
Nota: 7