14 febrero, 2007

Diamante de sangre

La familia de Solomon vive tranquilamente en una aldea de Sierra Leona hasta que unos miembros del FUR atacan salvajemente el pueblo, matando a mujeres y niños y convirtiendo a los hombres más fornidos en trabajadores de las minas de diamantes. Será así como Solomon encuentre un pedrusco de gran tamaño y vea la posibilidad de huir del país, aunque la tarea sea casi imposible. En su huida se cruzará con Danny Archer, contrabandista de diamantes y antiguo guerrillero que verá la posibilidad de salir del continente gracias al gran diamante.

Lo cierto es que para ser una peli de acción la cosa tiene bastante miga y bastante energía como para denunciar algo tan negativo como la esclavitud, los niños soldados y el tráfico de diamantes, temas que son abordados sin ningún tipo de complejo y que en ocasiones van acompañados por escenas subiditas de tono (en cuanto a violencia, claro). El director Edward Zwick se recupera así del pequeño batacazo que significó El último samurai, cinta que si bien no era mala tampoco llegó al nivel que se esperaba en su estreno. Aquí está todo muy bien montado y preparado, condensando con inteligencia acción, drama y denuncia, que se entremezclan a la perfección, sobre todo en la primera mitad de la producción.
Zwick consigue un buen trabajo de dirección, aunque se deja llevar por el metraje y las ganas de contar una historia necesaria pero que con un poco más de garra se podría haber puesto al mismo nivel que la notable El jardinero fiel
(que denuncia las malas artes de las farmacéuticas en África). El director se muestra sabio a la hora de dirigir a sus actores, sobre todo al trio principal, donde destaca DiCaprio y la bellísima Jennifer Connelly, no tanto por su trabajo sino más bien por su carismática presencia.
DiCaprio consigue un personaje bastante decente, un hombre que ha dedicado su vida al tráfico de diamantes y que un día descubre todo lo que las piedras preciosas causan (guerras, violencia, muertes, explotación infantil), y
aunque se solidarice con la causa en su mente sigue estando presente el dineral que puede ganar. Es como un malo bueno con muchos matices (que en manos de otro guionista, dicho sea de paso, podría dar más de sí). DiCaprio consigue una interpretación estupenda, aunque lo de la nominación al Oscar por este papel le venga un poco grande, sobre todo si tenemos en cuenta que en Infiltrados estaba bastante mejor.
El papel de Solomon es interpretado por el actor beninés Djimon Hounsou, muy recordado gracias al papel de coleguita guay de Gladiator. Su nominación al premio de la Academia también puede ser exagerada, aunque el papel de padre sufrido y amante de su familia le queda bastante bien. Y sobre Jennifer Connelly poco se puede decir, salvo que aparece en pantalla más de lo que uno espera (al menos yo) y que cada vez que se le hace un primer plano uno se olvida de lo buena actriz que es por culpa de esa mirada y esa sonrisa.




Técnicamente, y como sucede en este tipo de producciones, todo esta muy bien montado, sobre todo el sonido y todas sus mezclas. Hay acción a raudales, bien rodada, sin escatimar en salsa de tomate y que en ocasiones puede parecer más dura de lo habitual en películas de acción, pero no tenemos que olvidar que esto no es acción a secas, es acción con denuncia, y eso se nota.
Todas las secuencias de acción están muy bien montadas y rodadas y el único problema que se le puede achacar es la velocidad de algunos planos y, sobre todo, el exceso de metraje de la cinta. Casi dos horas y media para contar una historia que bien se podía quedar en dos horitas y gracias. Y es que el final se alarga un poco y aunque no moleste, por eso de la pirotecnia y demás, si que se hace un pelín pesado. Este tipo de historias son muy necesarias de contar, pero para que el gran público las conozca y molesten a quien tienen que molestar, se tendría que pensar más en la vegija del espectador y en quitar algunas cosas que se dan por supuestas y que el público no necesita ver.



Diamante de sangre es un película entretenida, que auna acción con denuncia social y buenas interpretaciones, pero que termina perdiéndose un poco por un metraje largo y cansino hacia el final de la historia. En definitiva, una película que seguro molestará lo suyo a las grandes firmas que tratan con diamantes y que consiguirá (aunque no valga de nada) concienciar a algunas personas de lo grave que resulta la explotación infantil, el tráfico de armas y, más jodido aún, el tema de los niños soldados, que se muestra muy bien en la cinta y que debería ser solucionado si o si (y ya se que lo que yo diga no vale un carajo, pero dicho queda).

Nota: 7.

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