30 agosto, 2009

Enemigos Públicos

EEUU vive sumida en la Gran Depresión de los años 30. Mientras la gente se busca la vida como puede, John Dillinger opta por el atraco a bancos, algo que se la da realmente bien. A su caza irá el agente Melvin Purvis. A la par que la policía se acerca al delincuente, el pueblo norteamericano comienza a tratarlo como a un auténtico héroe.

Nueva película de Michael Mann, el hombre que mejor rueda las escenas de tiroteos, que en esta ocasión opta por trasladar su particular estilo de cámara digital en mano a los años 30. El director, que había perdido el rumbo tras el rodaje de la aburrida Corrupción en Miami, recupera algo de ese virtuosismo que le ha valido el elogio de la crítica y el apoyo de cierto sector del público. Aunque todavía no podemos encontrar al Mann que nos deleitó con Heat, El último mohicano o Collateral, si adivinamos su intención de volver por sus derroteros, mezclando acción y drama a partes iguales.

En esta ocasión, el director ha contando con un trío protagonista muy interesante: Johnny Depp, Christian Bale y Marion Cotillard. Resulta toda una lastima comprobar como la frialdad del realizador se ha visto reflejada en pantalla en las interpretaciones de los actores, donde ninguno resalta sobre otro, a excepción de ciertas escenas puntuales. Con todo, el plantel al completo está bastante solvente, metidos en su papel, donde hasta el desaparecido Stephen Dorff tiene un par de momentos que hacen pensar en un posible renacer.



Pero, como no podía ser de otro modo viniendo de quien viene esta película, Enemigos Públicos tiene un acabado técnico muy notable. Michael Mann rueda en los escenarios reales donde aconteció la acción, todo muy bien ambientado, a pesar del uso de la cámara digital, que en ocasiones puede descolocarnos un poco. Los vehículos clásicos, las armas antiguas y el vestuario resultan totalmente acertados y un elemento más capaz de hacernos vivir esa triste época.

Además, como era de esperar, el director no se corta a la hora de ofrecernos tiroteos variados, todos ellos de gran factura y montaje perfecto. Mención especial al que acontece en un motel de carretera, en mitad de la noche, donde los efectos de sonido nos destrozan los oídos y nos hacen creer que estamos inmersos en la acción. Desde luego, el día que Mann vuelva a conseguir mezclar drama y acción como lo hizo antaño, volveremos a disfrutar de su cine. De momento, nos queda pasar un rato agradable, que nunca está de más.



En resumen, buenas escenas de acción, interpretaciones algo gélidas, notable ambientación y cámaras digitales para una película que podría haber sido una obra maestra y que se queda en notable. Cosa muy encomiable en los tiempos que corren.

Nota: 7.

1 comentario:

noticias dijo...

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