11 julio, 2007

28 semanas después

El terrible virus que asoló Inglaterra se encuentra aparentemente bajo control. Los infectados por la Ira han muerto de inanición y las tropas de la OTAN lideradas por EEUU creen que es el momento oportuno para repoblar el país y que todo vuelva a la normalidad. Entre los refugiados que vuelven a Gran Bretaña se encuentran una pareja de hermanos que tras largo tiempo se reencuentran con su padre, superviviente de la temible hepidemia. Cuando todo marcha aparentemente bien, el virus vuelve con más fuerza que nunca para causar el pánico y volver a ponerlo todo patas arriba.

Primera incursión de Juan Carlos Fresnadillo en el cine extranjero y primera incursión superada, aunque no de la manera que podía esperarse del director de Intacto. Y es que tener como precedente la magnífica cinta de Danny Boyle, 28 días después, era una misión difícil de superar. Muchos se empeñan en decir que esta secuela es mejor que la anterior entrega, cuando no deja de ser una segunda parte resultona y divertidamente terrorífica. Porque una cosa es cierta, como secuela, merece mucho la pena. Fresnadillo crea una atmósfera bastante buena durante el metraje y consigue escenas de verdadero maestro del suspense y el susto aunque cae en el error de asemejarse demasiado a la peli de Boyle en muchos momentos. Si a eso le sumamos la manía de mover la cámara como un loco cada vez que un infectado aparece en pantalla, tenemos dos grandes lastres para el canario que, a pesar de todo, lográ una factura técnica notable y desarrollar los personajes lo justo y necesario para este tipo de producciones.
Los actores, entre los que encontramos a un sobresaliente Robert Carlyle, cumplen su función con buen hacer. Los hermanos protagonistas no lograr empatizar de todo con el público, sobre todo el crío, interpretado por el novato Mackintosh Muggleton, pero es por culpa del guión que los convierte en causantes de la desgracia. Ojo a Imogen Poots, la hermana, que capta la atención cada vez que aparece en pantalla con su carismático rostro. El resto de miembros del cast están bien, sin acaparar mucho la atención y con una función clarísima dentro de la desenfrenada acción.



Como suele ser habitual en los últimos meses, el acabado técnico de la cinta es impecable, cosa de la que me alegro muchísimo ya que nos demuestra que un cineasta español puede usar efectos especiales cuando se lo proponga (y cuando tenga la pasta para ello). Sonido, fotografia y, sobre todo, banda sonora, encajan a la perfección en el montaje final. Desgraciadamente, la cámara de Fresnadillo no se queda quieta ni un segundo y produce tal sensación de mareo que en muchos momentos tenemos que imaginarnos lo que está pasando porque la acción está totalmente desenfocada o fuera de plano.
Con todo, Fresnadillo crea escenas de gran tensión, como la del metro, con la única iluminación que consigue una mirilla de visión nocturna o la del código rojo, cuando no se distingue entre infectados y sanos. Mención aparte para la brutal escena del helicoptero con Harol Perrineau (¡¡¡¡Walt!!!!) usando las helices para...bueno, imaginad.



En resumen, una aceptable cinta de terror, digna sucesora de 28 días después, aunque para mi en ningún momento superior a la cinta de Boyle. Con momentos de terror, de suspense y con la envidiable capacidad de mantenernos pegados a la butaca durante un buen rato, algo que la mayoría de las cintas de terror de los úlitmos años no consiguen. Esperemos que Fresnadillo de pronto con otro proyecto interesante y la próxima vez sea capaz de dejar la cámara un poco más quieta.

Nota: 6´5.

No hay comentarios: