15 junio, 2006

Algo en común

La madre de Andrew acaba de morir y, tras recibir el aviso de su padre, coge un avión para asistir al entierro. Vuelve a su pueblo tras 9 años de ausencia y allí se reencontrará con los amigos del instituto y conocerá a una chica, Sam, con la que iniciará una relación de amistad que ira creciendo conforme pasen los pocos días que está en la ciudad.

Sigo con la revisión de pelis, este vez una que gustó mucho en su día y que, sin duda, sigue tan fresca como cuando se estrenó en 2004.
Curiosa mezcla de drama y comedia, siempre agridulce, que logra mantener la sonrisa de los espectadores durante todo el metraje.
El joven Braff lográ un excelente guión, con frases y situaciones muy ingeniosas y originales, que dotan al conjunto de una frescura como comedia (romántica, si, pero de las buenas) que la convierte en algo muy superior al resto de comedias para adolescentes sin cerebro que se estrenan de manera masiva desde hace años en los cines.
Pero es que, además, Braff dirige la cinta con buena mano, con una forma de llevar y mover la cámara bastante notable y que consigue emocionar en los momentos más durillos.
Pero lo mejor de todo es que también es el protagonista. Su actuación no es la mejor de la peli, porque con Natalie Portman, Peter Sarsgaard e Ian Holm, lograr ser el mejor es muy difícil.



Portman está sencillamente genial en el papel de chica rara pero guay, que consigue enamorar, no sólo al protagonista, sino también a cualquier espectador.
Sarsgaard demuestra que es un actor muy a tener en cuenta, como tío que está a punto de cumplir los 30 y que se dedica a enterrar a la gente, además de fumar porros...¡con su madre! Sencillamente, divertidísimo e increible.
Ian Holm aparece muy poquito, pero lo suficiente para demostrar que sabe bien lo que hace, además de tener una escena bastante buena hacia el final de la peli, cuando habla con su hijo en la cama.
Además destacan, no tanto por las interpretaciones, más bien por los personajes, uno de los amigos de Andrew, un chico inteligente que tuvo la suerte de forrarse de dinero cuando patentó un invento suyo...el velcro silencioso. Descojonante.



El resto de apartados están bien cuidados, teniendo en cuenta que estamos ante una cinta independiente y lo mejor de todo es que en ningún momento de los 98 minutos que dura la cinta hay lugar para el aburrimiento, sólo para la sonrisa permanente y la diversión inteligente.
En definitiva, una agradable sorpresa, que seguro que poca gente vio en los cines, pero que yo recomiendo para pasar un buen rato de cine.

Nota: 8.

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