22 febrero, 2008

John Rambo

John J. Rambo vive alejado del mundanal ruido en Tailandia cazando cobras y recorriendo los ríos con su barquichuela disfrutando de la tranquilidad que busca. Un buena día, unos idealistas y voluntariosos cristianos norteamericanos piden al cascado Rambo que los lleve río arriba hasta Birmania, zona en guerra, para ayudar a un pueblo muy necesitado. Aunque Rambo al principio los intenta disuadir (más bien, pasar de ellos), un repentino lazo emocional con una de las misioneras lo lleva a realizar la tarea. Cuando Rambo cumple con su trabajo vuelve a sus quehaceres cotidianos...hasta que se entera de que el grupo de misioneros ha sido secuestrado y/o/u masacrado por unos guerrilleros. Y a John Rambo eso no le hace la menor gracia.

Antes de nada, una pequeña aclaración: esta es una de esas críticas en las que me dejo llevar por el delirio y la locura irracional. Por eso, más que nunca, puede que la opinión de un servidor os resulte exagerada y muy equivoca porque para mi...John Rambo es una película cojonuda. Desde el minuto tres o así, el señor Sylvester Stallone nos hace ver a gente explotando, literalmente. Decir que el guión de la película no vale más de cuatro perras gordas no es quedarse corto, pero es que en esta película el guión importa muy poco. Lo que un espectador busca en esta película no es un guión de campeonato, lo que busca es ver a Stallone con 61 añazos entre pecho y espalda matando a guerrilleros birmanos malvados a mansalva. En lo único que se centra el guión es en presentarnos a los malos de la peor manera posible, para que los odiemos y estemos deseando que Rambo imparta su ley, la de las tollinas y los descuartizamientos sin piedad. Además, y porque Stallone no es tonto, nos presenta a unos personajes de manera tan fugaz que nos fijamos en ellos en lo justo y necesario (la misionera buena, el misionero arrogante e iluso, los mercenarios chulopos, el malo bastardo...). Lo que si demuestra Stallone con esta película es que sabe dar a su público lo que se espera, como hizo con Rocky Balboa (donde si se cascaba un guión notable), y encima se atreve a retomar los patrones clásicos del cine de acción ochentero con una dirección más que acertada, mostrando lo que cualquier novato de tres al cuarto no se atrevería jamás.
Por supuesto, hablar de buenas interpretaciones en este film es absurdo. Todos se limitan a ser la sombra de Rambo y a ser meros testigos de sus capacidades destructivas. Bien cierto es que ninguno de los miembros del cast está mal, porque Julie Benz o Matthew Marsden cumplen con su función. Sobre Stallone...bueno, todos sabemos que no es precisamente la quintaesencia del actor perfecto, pero es que no lo necesita, su sóla presencia llena la pantalla (en todos los sentidos).



Tratados el guión, la dirección y los actores, sólo queda hablar de lo mejor de John Rambo. La violencia sin cuartel. Porque, seamos sinceros, el espectador al que le va a gustar esta producción busca eso, ver a Rambo haciendo de las suyas. Sino, es absurdo ver la película, es absurdo verla para luego decir que es una mierda, cuando cualquiera con dos dedos de frente sabe lo que a ver.
Resulta tremendamente valiente por parte de Stallone el hacer un film tan gráfico, tan violento. Rambo mata a los malos con sus propias manos, con machetes, con rifles y (la hecatombe) con armas antiaéreas posicionadas en la parte trasera de un jeep (antes de lo cual se carga a dos malos malosos con su magnífico machete casero). Eso, hoy en día, ningún director que busque el éxito de pú
blico haría. Más que nada, porque los estudios no apostarían por ello. Es tremendamente hipócrita pensar que es justo realizar un film bélico realista y luego despotricar contra John Rambo por mostrar las cosas con esa furia (exagerada, si, pero es lo que hay). Desde luego, Stallone ha sabido conjugar a la perfección todo aquello que lo convirtió en icono popular e idolo de mi generación (y de la anterior a la mia un poquito más) y se casca una película de tan sólo 90 minutos que ofrece lo que promete, con un ritmo muy bueno y sin un sólo segundo para el descanso.



En definitiva, John Rambo es la leche. Pero, si no soportas la sangre, no aguantas a Stallone y odías al personaje, mejor entra a otra sala. Esta película es para todos los demás y, especialmente, para los que no tienen problema en decir que ven este tipo de películas. Ojalá Stallone siga en plena forma (aunque se podía escribir un guión original, que ya toca) y nos siga dando cine como el de antaño, sin corrección política y donde lo único que importa es ver al malo muerto de la forma más violenta posible (lo de si son cintas fascitas y tal...me importa un bledo).

Nota: 7 (con dos narices, porque me lo pase pipa).

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