28 febrero, 2008

There will be blood

Daniel Plainview se define a sí mismo como un "hombre de familia" y un "hombre de petróleo". Sólo busca encontrar un lugar ideal para realizar sus escavaciones petrolíferas y embolsarse con ello la mayor cantidad de dinero posible. La avaricia, la religión, la ambición y su manera de entender el negocio y la vida harán que su fúturo sea más complicado de lo esperado en los inicios del negocio del petróleo a principios del siglo XX.

Con algo de retraso respecto a su fecha de estreno he visto esta película. Ya lo dije una vez, me negaba a ver la interpretación de Daniel Day-Lewis con ese espantoso doblaje que le han hecho al castella
no (con todo mi respeto hacia esos profesionales del doblaje). Y, desde luego, la espera a merecido la pena. Paul Thomas Anderson ha dirigido una película impresionante. Desde su estreno en España había podido leer miles de críticas diferentes y muchos habían salido decepcionados del cine. Quizás ese miedo inicial a que el film no me gustara ha beneficiado mi positiva opinión sobre la obra de Thomas Anderson.

Basada libremente en la novela Oil! de Upton Sinclair, la cinta nos cuenta una compleja historia de ambición, avaricia, deseo y religión contada de una manera excepcional por Anderson, que maneja la cámara como quiere y que es capaz de ofrecernos unos primeros 15 minutos antológicos, sin diálogo alguno. Bien cierto es que Anderson trata demasiados temas en la película y que quizás algunos podrían haber dado más de sí y otros podrían haberse quedado en la mesa de montaje, pero sería una obra incompleta y Anderson no hubiera podido contarnos la historia como lo termina haciendo.
Junto con la gran labor de Paul Thomas Anderson dirigiendo el cotarro encontramos al alma de la cinta, el gran Daniel Day-Lewis. Su interpretación es, simplemente, sublime. Daniel Plainview hace que Bill "el carnicero" (si, el de Gangs of New York) sea un mero tendero de barrio. La composición del personaje es tan perfecta que en muchas ocasiones es imposible mirar a otro actor que no sea Day-Lewis. A pesar de todo, es justo reconocer que en la última media hora, cuando pasa lo que todo el mundo sabe que va a terminar pasando, Lewis cae en el histrionismo aunque, curiosamente, sigue convenciendo. También están por ahí Paul Dano, Ciarán Hinds o el jovencito Dillon Freasier, pero quedan totalmente eclipsados por el enorme trabajo actoral de Daniel Day-Lewis.



Lo bueno de There will be blood es que, técnicamente, es una grata joyita para los sentidos. La banda sonora, desconcertante y sencilla, llena y conjuga a la perfección con todas las imágenes. Imágenes llenas de fuerza gracias a la labor del director de fotografía, Robert Elswit, que sabe mostrarnos cada detalle y cada paisaje como está mandado. Gracias al montaje ágil y rítmico de la cinta disfrutamos de varias secuencias inolvidables aunque a mitad de metraje el film cambia bastante de tercio para mostrarnos de una manera muy particular y, en cierto modo, arriesgada, los peores momentos de Plainview.
La narración se vuelve enfermiza y oscura para contarnos y mostrarnos la locura que invade poco a poco al personaje y Anderson se arriesga con una final bastante inesperado y puede que para algunos confuso. Y, sin duda, es el final lo que mas desentona en el conjunto, aunque dependiendo de cada espectador gustará más o menos. Lo cierto es que tras dos horas y media disfrutando con Lewis y con la historia, el final no deja de ser más que otro escalón más para entender la avariciosa mente de Daniel Plainview, eje central de la trama, pesonaje para nada del gusto del público que consigue nuestra más absoluta atención.



En definitiva, There will be blood es una excelente película. Anderson se supera en cada film y Day-Lewis es el mejor actor que hay en la actualidad (para eso trabaja cuando le apetece). Es una película que no gustará a todo el mundo, tanto por su historia como por el modo de narrar los hechos, pero los que la disfruten como yo saldrán muy contentos del cine o de donde la vean.

Nota: 9.

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